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Adicción

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Más pronto digo que me voy a tomar el blog en serio y voy y estoy más de una semana sin escribir. Estaba esperando que se cumpliesen un par de trámites médicos esta semana para poder dar información actualizada. De lo mío hay novedades: la médico rehabilitadora ha confirmado el estancamiento producido en los últimos tres meses y me dado de alta en rehabilitación. Esto quiere decir que la rehabilitación no me hace avanzar, pero que no debo dejarla. Básicamente, que vaya dejando sitio a otro enfermo que tenga posibilidades de ir mejorando y que yo me busque la vida con mis ejercicios. Por ahora, seguiré yendo a la piscina y a hacer ejercicios en casa que para eso me he agenciado el wii fit plus. También he comenzado esta semana terapia psicológica, pero no puedo contar mucho porque en una sesión tampoco se saca nada en claro.

Ahora vienen las novedades. Como no tenía suficiente con la polineuropatía, el hipotiroidismo y la depresión, desde hace más de una semana tengo un taponamiento de oídos que me tiene como de mala leche continua. Ya he ido al médico de urgencias y me ha dicho que no ven ni obstrucción, ni mocos, ni pérdida de audición, que no es urgente y que vaya a mi otorrino de zona. El martes me toca. Lo que tengo es como la presión esa del avión o del tren cuando pasa por un túnel. Ya veremos en qué desemboca.

He recibido también ánimos estos días para que escriba, escriba, escriba y que no me crea todo lo que dicen los blogs. Los sábados se están convirtiendo en un día curioso para el blog: casi todos los sábados recibo algún comentario de la misma persona de la que ya he hablado aquí en varias ocasiones. Lo último es que compare la adicción que le produce este blog con la adicción que produce Perdidos. La verdad es que no puedo pensar en mejor cumplido. Por cierto, la semana pasada nos pegamos un atracón/revisión de los últimos cuatro capítulos de Perdidos de la tercera temporada y confirmé varias cosas: lo que importa son los personajes, Ben mola y no digo nada más que sé que tengo lectores rezagados que aún van por la segunda temporada. Esta semana comenzamos el proceso de reeducación, Sergio.

Seguiré escribiendo porque tengo varias cosas pendientes, pero tampoco quiero mezclar temas.

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Sociable

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Cada vez me tomo el blog más en serio. Más que nada porque veo que me dejo muchas cosas en el tintero. Se me ocurren ideas para escribir y como no las plasme rápido se me van, veo películas de las que quiero hacer una reseña y como no las haga en las 48 horas después de verlas se me van las ideas. Lo que empezó siendo una cosa depresiva y tristona ha derivado en un batiburrillo del que me siento muy orgulloso. Y sobre todo me está haciendo más participativo en el mundo internet.

Como dije cuando empecé el blog quería formar parte de los que aportan, aparte de mi condición de espectador. Ya seguía varios blogs personales y la experiencia era curiosa: terminas sabiendo muchas cosas personales de gente que no conoces y les terminas cogiendo cariño. Empiezas a cogerles cariño, te preocupas por las cosas que les pasan y si llevan una semana sin escribir te preguntas donde andarán. La mayoría de las veces ni siquiera sabes en que ciudad viven, en qué trabajan o cual es su extracción social. Lo que si se nota es que son gente que llevan mucho tiempo en internet. Muchos blogs tienen más de cinco años lo que hace que se les considere “early adopters”. No sólo usan su blog sino seguro que han usado cualquier cosa que haya salido por el camino y se haya ido devaluando, vease, myspace. Lo primero que he aprendido de ellos es que es importante hacer saber que hay alguien ahí fuera: dejar comentarios es fundamental para que sepamos que lo que escribimos tiene algún interés.

Hay que aprender de los mejores y por eso me he propuesto ser más sociable: dejar comentarios, abrirme un twitter, compartir mis intereses. Hay mucha gente ahí fuera que te puede aportar mucho, hacerte ver las cosas de otra manera e incluso pensar las ideas antes que tú y joderte un post. Por eso os recomiendo que le echéis un vistazo a las cosas que leo

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Los hombres que no amaban a las mujeres

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Hay dos tipos de personas que van a ver esta película: los que han leido la novela en que se basa y los que no. A pesar de algunas insistencias por parte de gente de confianza que han disfrutado mucho de la novela, me encuentro en el grupo de los profanos en el mundo de Steig Larsson. Y después de ver esta primera parte de la trilogía “Millenium” seguiré resistiéndome al máximo exponente de la novela negra sueca. “Los hombres que amaban a las mujeres” no es más que un thriller tedioso y larguísimo (dos horas y veinte minutos realmente insufribles) que basa su particularidad en un universo particularmente escabroso.

En un intento por desmarcarse de un universo hollywoodiense y haciendo un esfuerzo por ser particularmente europea (en el peor sentido) se nos presenta a un duo de antiheroes formado por Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander: él, un honrado pero gris periodista al que le encargan encontrar una niña desaparecida hace 40 años; ella, una particular hacker de estética siniestra y pasado turbulento. Esta improbable relación hay que creersela porque sí pero carece totalmente de sentido tal y como está narrada. Los personajes carecen de motivaciones reales y coherentes y sus movimientos siempre son erráticos y torpes. Especialmente sangrante es el retrato de la joven hacker: nunca sabemos por qué se presta a ayudar al periodista, la información que de ella se nos da es muchas veces gratuita (haciendo especial hincapié en la violencia y el sexo), y, a pesar de que la actriz hace lo que puede, nos termina cayendo antipática.

Probablemente, “Los hombres que no amaban a las mujeres” podría haber sido una buena miniserie. En este formato tal vez se podrían haber rellenado los múltiples agujeros narrativos y conseguir un ritmo más estable: llega un momento, en la última hora, en la que se confunde precipitación con ritmo y las ganas de los guionistas por acabar la historia consigue que la falta de sentido inicial desemboque en una sucesión de finales (la película parece que va a terminar tres veces) que roza lo absurdo. Los actores son los únicos que parecen estar a la altura a pesar de que tienen que recitar unos diálogos especialmente explicativos. Particularmente nefasto es el enfático uso de la música que nos avisa si estamos en un momento violento, de intriga o romántico por si somos tontos y no nos hemos percatado de lo que está pasando.

Está claro que esta película no hubiese tenido el más mínimo éxito sin su referente literario. Si ésto es el fenómeno que ha cautivado a tantos espectadores que no cuenten conmigo para la segunda parte. Aunque intuyo que no contaban conmigo desde el principio porque como yo no he leído la novela…

Y para el que le interese aquí van las diferencias entre la película y la novela.

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Un parto

Ayer hizo nueve meses desde que me diagnosticaron la polineuropatía que padezco. Muchas cosas han pasado en estos nueve meses. Lo que comenzó siendo una visita a urgencias porque no tenía fuerza en las manos y sufría calambres en las piernas, se ha convertido en una enfermedad crónica de origen incierto. En este tiempo, se han movido muchas cosas y mucha gente. Han resurgido pensamientos que tenía escondidos y han aflorado experiencias que no esperaba. No todo ha sido malo. No siempre hay contratiempos e imprevistos en una enfermedad de este tipo, pero en este caso si los ha habido. Lo he pasado mal y lo sigo pasando mal. Tengo mis días. Pero también he aprendido cosas. He tenido la suerte de tener alrededor a personas que me han apoyado, que se han volcado en mí y han sabido cogerme de la mano cuando hacía falta.

En estos meses he crecido. Pienso con más claridad. Aunque esto suponga un perjuicio en ciertos momentos. Para mí y para los demás. He encontrado nuevos referentes y he perdido algunos. Tampoco creo que hayan cambiado tanto las cosas, simplemente se han puesto en su lugar.

Dexter Baby

El miércoles comenzamos a ver la nueva temporada de Dexter y, como siempre, el comienzo es pausado, incluso retórico. Siempre pasa con Dexter, que va de menos a más. Pero en realidad este “menos” no es tal. Es como en una partida de ajedrez; se van posicionando las piezas, sin prisas, para el asalto final. Pues eso mismo han sido estos nueve meses para mí: un posicionamiento de piezas. La diferencia es que aquí no hay ninguna estrategia. No hay fichas negras ni blancas. Nadie pierde ni gana. Simplemente cada uno se pone en su sitio, que quizás era en el que ha estado siempre, pero ahora lo veo con claridad.

Probablemente, lo mejor que me ha pasado sea esto que estáis leyendo. Que haya abierto este blog y haya comenzado a expresarme abiertamente y sin miedo. Aunque sé que en ciertos momentos haya podido a preocupar a mucha gente (los cuatro que me leeis), y como dije en su momento, esto que escribo es para mí y para vosotros. Por eso, muchas gracias a todos los que leeis, comentáis o que, simplemente, estáis.

Por último, un mensaje al lector más joven de este blog: “Dile a tu padre que no sea malaje y veniros al cumple de Martina”.

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Quince días

Pues ya hace hoy quince días desde la última entrada. No había pasado tanto tiempo sin escribir nada por aquí. He estado bastante desconectado. De hecho por teléfono sólo he hablado con mi padres. Y con el internet bajo mínimos pues tres cuartos de lo mismo. Ha sido un retiro voluntario, pero eso no quiere decir que no haya pasado nada en estos quince días.

Después del feliz reencuentro con Martina nos fuimos a la playa pero tardamos poco en volver al campo. Piscina y gimnasio era un plan más acorde a mis necesidades. Al contrario de la última vez, las visitas fueron mínimas. Una vieja amiga que hacía diez años que no veía. Verla me dio mucha alegría y me confirmó que la gente no cambia: ella sigue siendo la misma descreida de risa fácil que conocí hace cerca de 20 años. Lo de que la gente no cambia me hizo pensar mucho y me puso un poco triste. ¿Quiere decir eso que los que nos rodean y nosotros mismos no vamos a mejorar nuestros defectos ni un poquito? Quiero pensar que aun somos demasiado jóvenes y las mejoras vendrán más adelante. Pero hasta entonces hay que aguantarse con lo que hay. Y no sé si me apetece.

Ya en Málaga empezamos a pasar calor. Y me dejó KO. Todo el día muy cansado.  Y lo peor estaba por venir. El último fin de semana me empecé a encontrar más cansado de lo normal, con los gemelos doloridos y el temible adormecimiento de los dedos de los pies. Después de esperar durante el sábado a ver como evolucionaba decidimos adelantar la llegada a Madrid para el domingo. Como el neurólogo me había pautado la inmunoglobulina cada 21 días pues me he venido hoy a que me la pongan. Ya veremos como respondo. Este tipo de cosas son las que minan el ánimo, la incertidumbre.

Ya llega septiembre y se supone que hay que empezar de cero, con fuerzas renovadas y eso. La verdad es que ahora mismo no tengo ni ganas. Le doy muchas vueltas a la cabeza y no sé bien como hacer lo de empezar de cero. Tengo un par de ideas pero son más bien de Cambio Radical.

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Eternos adolescentes

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Por su culpa los de nuestra generación siempre seremos unos eternos adolescentes. Porque sin el John Hughes de los ochenta no existiría la comedia que se hace hoy en día. “Te quiero, tío” nos habla de los niños que vieron “El club de los cinco” y “Todo en un día” y no quieren ser mayores. Al menos no quieren perder esa vitalidad adolescente. Por eso los de nuestra generación tenemos una consola (wii o PS3), no se nos cae la cara de verguenza si vamos a ver una de dibujitos (Coraline o Ponyo) o nos ponemos camisetas de Star Wars. Las dos películas que menciono de John Hughes son sus dos Obras Maestras: “El club de los cinco” se convierte en el retrato generacional de la década de los 80 y, a pesar de sus extremos estilismos, sigue vigente hoy en día como uno de los mejores acercamientos a lo que es SER adolescente; y “Todo en un día” es todo lo que nos hubiese gustado ser, es el reverso del espejo, es el mundo ideal que nosotros podemos construir con sólo desearlo, pero claro, hay que tener el carisma de Ferris Bueller.

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Amistad masculina

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Al final Roma se revela como la historia de una amistad y fidelidad masculina. La amistad de los dos rudos Tito Pullo y Lucio Voreno. Y a su vez sus respectivas fidelidades a Octavio y Marco Antonio. Ahí reside la maestría y la calidad de una serie como Roma: dentro del contexto histórico, moral y ético nos cuentan una historia universal. Dejo para más adelante lo moral y lo ético y me centro en la historia de amistad.

Lucio Voreno y Tito Pullo son dos soldados de la XIII Legión Romana. Existieron realmente. De hecho son los dos únicos soldados nombrados por Julio Cesar en sus escritos. Pero lo que interesa es lo que cuenta la serie Roma. Estos dos personajes van siendo movidos por los vaivenes de la Historia, y con sus pequeños actos también la modifican. Es decir, tan importantes son los “protagonistas” de la Historia Julio Cesar, Marco Antonio y Bruto, como los “secundarios” Pullo y Voreno. Y volvemos al ver la vida pasar o pasar por la vida. Ellos hacen ambas cosas. Tal vez ahí esté la clave.

Pullo y Voreno se respetan, evolucionan, cambian, se pelean, se odian, se reconcilian, se admiran y nos terminan mostrando uno de los mejores retratos de la amistad masculina que he visto ultimamente. La amistad masculina es muy cinematográfica. Más que la femenina. La amistad masculina es poco entendida por las mujeres. Muchas veces no entienden que hagamos ciertas cosas por nuestros “colegas” y que les perdonemos tan facilmente cuando nos fallan. La amistad masculina, al menos como yo la entiendo, es desprendida, generosa y poco rencorosa. Y también menos exigente.

Yo doy gracias por los amigos que tengo.

Gracias a todos.

Titus Pollus Lucius Vorenus Rome