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Las mejores películas de la década: Requiem for a dream (2000)

Un mazazo para comenzar la década. Un bello amanecer da comienzo a la película y las primeras notas del Requiem compuesto por Clint Mansell nos avisan de la intensidad que está por venir. La lucha entre lo bello y lo monstruoso se erige en el tema de la película, más allá de las adicciones, la familia y el amor. Darren Aranofsky, cual Goya del siglo XXI, nos muestra la oscuridad y crueldad del ser humano en su mayor negrura. El montaje sincopado, la pantalla partida y los encuadres imposibles podrían haber condenado a Requiem por un sueño al limbo de las moderneces temporales, pero el tiempo la pone en su sitio. Vista hoy día las múltiples soluciones visuales y narrativas de Aranofsky se mantienen vigentes, no caducan. Y es que el virtuosismo está al servicio de lo que se nos cuenta: la madre triste y solitaria que sólo quiere un abrazo de su hijo, el hijo que es capaz de cualquier cosa para demostrarle a su novia que no es un simple yonqui, la novia que quiere demostrar a sus ricos padres que es capaz de sobrevivir sin su ayuda, el amigo que no tiene nada que perder, ni nada que ganar.

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La ilusión por un mundo mejor. La vida sin tristeza. La tristeza de la vida. Los motores de la existencia. La historia de un abrazo entre una madre un hijo. El sacrificio por amor. El sueño de un futuro mejor. Todo esto sin escatimarnos ni lo más duro ni lo más tierno. Aranofsky maneja todas estas variables, con la ayuda del novelista Hubert Selby Jr., con una soltura y desparpajo impropios de un jovencito en su segunda película (el novelista contaba con 70 años, el director 30). Le da a Ellen Burstyn el personaje de su vida en esa madre tan irritante como dulce. Jared Leto incorpora su vidriosa mirada superando su status de niño guapo. Y nos entrega a una inmensa Jennifer Connelly que culmina su triple salto mortal a la madurez desde Sergio Leone pasando por David Bowie.

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Por último, Aranofsky encontró en Clint Mansell a su mejor aliado para expresar musicalmente el desasosiego imperante en Requiem por un sueño. Desde el primer momento que oímos las notas del Kronos Quartet nos hierve la sangre en las venas, se nos eriza el vello, sabemos que estamos ante algo épico a la vez que íntimo, lo clásico y lo moderno fundidos en un todo. Una de las bandas sonoras de la década y un tema que ya ha pasado a la historia de la música por derecho propio.

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Los hombres que no amaban a las mujeres

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Hay dos tipos de personas que van a ver esta película: los que han leido la novela en que se basa y los que no. A pesar de algunas insistencias por parte de gente de confianza que han disfrutado mucho de la novela, me encuentro en el grupo de los profanos en el mundo de Steig Larsson. Y después de ver esta primera parte de la trilogía “Millenium” seguiré resistiéndome al máximo exponente de la novela negra sueca. “Los hombres que amaban a las mujeres” no es más que un thriller tedioso y larguísimo (dos horas y veinte minutos realmente insufribles) que basa su particularidad en un universo particularmente escabroso.

En un intento por desmarcarse de un universo hollywoodiense y haciendo un esfuerzo por ser particularmente europea (en el peor sentido) se nos presenta a un duo de antiheroes formado por Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander: él, un honrado pero gris periodista al que le encargan encontrar una niña desaparecida hace 40 años; ella, una particular hacker de estética siniestra y pasado turbulento. Esta improbable relación hay que creersela porque sí pero carece totalmente de sentido tal y como está narrada. Los personajes carecen de motivaciones reales y coherentes y sus movimientos siempre son erráticos y torpes. Especialmente sangrante es el retrato de la joven hacker: nunca sabemos por qué se presta a ayudar al periodista, la información que de ella se nos da es muchas veces gratuita (haciendo especial hincapié en la violencia y el sexo), y, a pesar de que la actriz hace lo que puede, nos termina cayendo antipática.

Probablemente, “Los hombres que no amaban a las mujeres” podría haber sido una buena miniserie. En este formato tal vez se podrían haber rellenado los múltiples agujeros narrativos y conseguir un ritmo más estable: llega un momento, en la última hora, en la que se confunde precipitación con ritmo y las ganas de los guionistas por acabar la historia consigue que la falta de sentido inicial desemboque en una sucesión de finales (la película parece que va a terminar tres veces) que roza lo absurdo. Los actores son los únicos que parecen estar a la altura a pesar de que tienen que recitar unos diálogos especialmente explicativos. Particularmente nefasto es el enfático uso de la música que nos avisa si estamos en un momento violento, de intriga o romántico por si somos tontos y no nos hemos percatado de lo que está pasando.

Está claro que esta película no hubiese tenido el más mínimo éxito sin su referente literario. Si ésto es el fenómeno que ha cautivado a tantos espectadores que no cuenten conmigo para la segunda parte. Aunque intuyo que no contaban conmigo desde el principio porque como yo no he leído la novela…

Y para el que le interese aquí van las diferencias entre la película y la novela.

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Anticristo

Antichrist

Por el mes de mayo David y yo nos hartamos de reír con la crónica que el Boyero hizo de Anticristo. Más o menos venía a decir que al que le hubiera gustado esta película era “para darle una de hostias”. Esta claro que no es una película para todos los gustos, que es lo mismo que no decir nada, porque ninguna película es para todos los gustos. Yo más bien diría que es la típica película que no recomendaría a nadie. Me explico. No quiero que nadie vaya a ver esta película por lo que yo escriba. Y, con lo bien que me cae, no quiero que el Boyero me hinche a hostias. Pero que tengo que decir que me gustó “Anticristo“.

El talento visual de Lars Von Trier es innegable; incluso en “Los idiotas”, donde empezó a utilizar el vídeo como formato de grabación, existía una extraña belleza inherente a la inmediatez del formato. Aquello era hace diez años y la tecnología avanza que es una barbaridad. Y esta evolución queda patente en “Anticristo”: sigue habiendo esa inmediatez, esa cámara al hombro, pero la belleza de las imágenes está más depurada. Y esta depuración estilística la aplica también a la historia. Dos personajes y punto. Pero vaya dos personajes: una escritora francesa deprimida, medio poseida y un punto histérica; y un psicólogo americano arrogante, pedante y bienintencionado. Ambos unidos por una tragedia. No quiero contar mucho de la historia, ni siquiera de la primera secuencia. Lo peor de “Anticristo” es que no somos vírgenes como espectadores. Ya nos han contado los “momentos cumbres” y estamos sobre aviso. Ese estar sobre aviso resta el impacto de las salvajadas ideadas por el señor Von Trier, pero sería injusto valorar esta película por esos tres o cuatro momentos límites.

David decía que las feministas tienen que estar que trinan con la película; pues anda que lo psicólogos tienen que estar buenos. El personaje interpretado por Willem Dafoe, psicólogo profesional, es de un naïf intelectual que echa para atrás. En su intento por ayudar a su mujer a salir de la depresión tira de todos los clichés de psicólogos que pueda haber y claro ella llega un momento que se harta de tanta tontería y lía la marimorena.

La naturaleza, como concepto, sería el tercer personaje y ahí es donde Lars se tira al vacío. Los árboles, los animales, la tierra, la niebla, el bosque… En la naturaleza reside el miedo y y reina el caos. El mundo no-creado-por-el-hombre es a lo que tememos más. Lo imprevisible y lo desconocido. La incertidumbre, como siempre, es la verdadera enemiga. Contra la naturaleza no podemos luchar. Y es lo que nos hace enloquecer. Ella no quiere aceptar lo que el destino le ha deparado. Él prefiere buscar coartadas para no ver la verdad. Y la naturaleza se venga y los pone en su sitio.

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Amistad masculina

Titus Pollus Lucius Vorenus Rome

Al final Roma se revela como la historia de una amistad y fidelidad masculina. La amistad de los dos rudos Tito Pullo y Lucio Voreno. Y a su vez sus respectivas fidelidades a Octavio y Marco Antonio. Ahí reside la maestría y la calidad de una serie como Roma: dentro del contexto histórico, moral y ético nos cuentan una historia universal. Dejo para más adelante lo moral y lo ético y me centro en la historia de amistad.

Lucio Voreno y Tito Pullo son dos soldados de la XIII Legión Romana. Existieron realmente. De hecho son los dos únicos soldados nombrados por Julio Cesar en sus escritos. Pero lo que interesa es lo que cuenta la serie Roma. Estos dos personajes van siendo movidos por los vaivenes de la Historia, y con sus pequeños actos también la modifican. Es decir, tan importantes son los “protagonistas” de la Historia Julio Cesar, Marco Antonio y Bruto, como los “secundarios” Pullo y Voreno. Y volvemos al ver la vida pasar o pasar por la vida. Ellos hacen ambas cosas. Tal vez ahí esté la clave.

Pullo y Voreno se respetan, evolucionan, cambian, se pelean, se odian, se reconcilian, se admiran y nos terminan mostrando uno de los mejores retratos de la amistad masculina que he visto ultimamente. La amistad masculina es muy cinematográfica. Más que la femenina. La amistad masculina es poco entendida por las mujeres. Muchas veces no entienden que hagamos ciertas cosas por nuestros “colegas” y que les perdonemos tan facilmente cuando nos fallan. La amistad masculina, al menos como yo la entiendo, es desprendida, generosa y poco rencorosa. Y también menos exigente.

Yo doy gracias por los amigos que tengo.

Gracias a todos.

Titus Pollus Lucius Vorenus Rome

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Crónica

1. f. Historia en que se observa el orden de los tiempos.

Miércoles 1: Revisión con la médico rehabilitadora. La cosa pinta para largo. Llamada del neurólogo. No pinta bien. Hablamos en un par de meses.
Jueves 2: Mañana con Martina. Tarde con Enrique. Noche con U2. Madrugada de pesadilla.
Viernes 3: Dolor de cabeza. Falta de sueño. Vuelta a Madrid. Reencuentro con Martina y Belén.
Sábado 4: Cansancio, contracturas y malestar que deriva en cabreo y mal humor. Para olvidar.
Domingo 5: Cumpleaños de Belén. Piscina, Play y cena. Piripi y jarana.
Lunes 6: Inmunoglobulina durante seis horas. Roma 2.
Martes 7: Adiós contracturas. Funeral de Michael Jackson

infinito

1. adj. Dicho de una enfermedad: larga.

Según la RAE una enfermedad crónica no es para siempre, simplemente es una enfermedad larga.

Esperemos que sea así.


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Veterano

veterano

A partir del próximo lunes me convierto en el veterano en la Terapia Ocupacional de Rehabilitación. Esto quiere decir que todo el mundo que estaba antes que yo, al menos en mi turno, ya se ha ido. Algunos se han ido porque les han dado el alta médica. Otros, la mayoría, porque los trasladan a centros más especializados. El caso es que para lo mío no hay ninguna especialización. Ni falta que hace.

Tengo que reconocer que fastidia un poco ver como la gente se va y tú te quedas ahí. Ultimamente estoy un poco egoista, lo sé. De verdad que me alegro por mis compañeros que los trasladan a centros donde su recuperación o mejora va ser mucho más efectiva. Pero Rehabilitación es un sitio donde da pereza conocer a gente nueva. Porque cada persona nueva es una nueva enfermedad. Una nueva historia. Y un nuevo drama.

Y no son temas para estar muy animados.