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Adiós a la oficina

El pasado jueves se emitió el último capítulo de Steve Carell en The Office titulado Goodbye, Michael Scott. Se va de la oficina porque se muda de ciudad, siguiendo a su mujer, en busca de un destino mejor. En el capítulo Michael hace una lista y se despide uno por uno de todos sus empleados. Eso si miente sobre la fecha de su partida porque quiere que esa despedida que hace sea la última. No quiere alargar más la despedida final pero al menos le dice a todos y cada uno de sus compañeros unas palabras de aprecio. Porque a pesar de los múltiples conflictos sucedidos durante siete años no dejan de ser sus amigos. Y estos acogen con más o menos agrado esta despedida final, ya sea jugando, llorando o en silencio. Michael se siente triste porque a pesar de que sabe que hace lo correcto al cambiar de ciudad no puede dejar de sentir que echará de menos a toda esa gente con la que ha compartido tantas cosas. Al final no aparece en la fiesta de despedida que le han preparado sus compañeros.

Cuando yo me fui de Madrid no tuve la oportunidad de despedirme de prácticamente nadie de la oficina. De hecho no pude volver a la oficina. Se me sugirió que no apareciese por allí. Parece ser que un post que escribí hirió ciertas susceptibilidades y lo que me habría encontrado habría sido un ambiente hostil. En parte lo comprendo. Entiendo el malestar que mis palabras pudieron causar. Pero yo al menos me expresé y creo que con bastante claridad. Lo único que recibí a cambio fue un reproche por la exposición en redes sociales (es conocida por todos mi nivel de influencia en estas redes donde soy un gurú de primer nivel) y el silencio más absoluto por parte del resto. Ni una llamada, ni un mail, ni un mensaje de parte de aquellos que, aparte de mis compañeros, consideraba mis amigos. Si es cierto que hubo un amago de despedida a última hora. Pero eso, un amago con desgana y sin mucho interés, nada real.

 

Me hubiera gustado despedirme. Ver algunas caras por última vez. Dar algunos abrazos y besos. Hablar ciertas cosas con calma, intentar entender qué había pasado. Pero no pudo ser. No pude decir adiós a la oficina. Pasado el tiempo sigo sin saber exactamente qué pasó para que todo un grupo de personas me diese la espalda al unísono de manera tan fulminante. O tal vez fui yo el que les di la espalda a ellos. He mantenido cierto contacto puntual, un par de mensajes en facebook de no más de dos líneas, algunos mensajes indirectos. Pero no de la persona de la que yo esperaba más. Sólo he obtenido silencio en forma de un mail sin respuesta. Un mail escrito de forma totalmente respetuosa, amigable y sin ningún rencor. Un mail en el que sólo pedía el inicio de un diálogo para poder calmar conciencias. Porque considero que algo habré hecho mal y me gustaría saberlo. No es cuestión de víctimas ni verdugos, no hay malos ni buenos. Puede haber decisiones equivocadas, malas formas, errores de cálculo, pero nunca maldad. Sigo pensando en una buena persona que, por la razón que sea, no ha sabido o querido reaccionar.

 

Yo he hecho cosas mal y he hecho daño. Y he pedido disculpas reiteradamente. He asumido mis errores, están en mi conciencia y estoy intentando enmendarlos en la medida de mis posibilidades. No soy un ejemplo para nadie ni pretendo serlo, lo que nadie me va a impedir es que me exprese con libertad. No sé cómo estarán las conciencias por ahí, me gustaría saberlo. Pero, lo más probable, es que nadie lea esto con interés. Lo más probable es que esto sea una pataleta más, que sólo me servirá a mi para desahogarme un poco. Incluso puede que haya algunos que se molesten con estas palabras, quizás poco acostumbrados a la sinceridad y más amigos de la frivolidad. Ya poco tengo que perder en ese sentido.

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Segundo aniversario

Estoy de vuelta cumple hoy dos años. Y hay tantas cosas que podría contar que no doy abasto. Es increíble como en un sólo día una carta y un par de llamadas pueden hacer que tus perspectivas vitales den un vuelco. Pero ya iré contando esas cosas poco a poco.

Lo más curioso es ver cómo han cambiado las cosas desde hace un año cuando escribir el post referente al primer aniversario. Aquel fue el post con más comentarios de la historia de este humilde blog. Lo gracioso fue que los comentarios eran de gente que o bien no me conocía o que no vivía en mi entorno. Aquel post suscitó ciertos resquemores en algunas personas. Finalmente, tal vez por mi culpa, he acabado sin entorno. Al menos físicamente. Ahora tengo otro entorno. No sé si mejor o peor. Pero es el que a mi me satisface personalmente en estos momentos. Sois geniales. Sólo puedo daros las ASIAS y decir que NO ESPERABA MENOS DE VOSOTROS.

Por supuesto la familia no entra en la categoría de “entorno”. Ellos siempre han estado ahí: mujer, hija, padres, hermano, suegros, cuñados, tíos, primos… No puedo tener la más mínima queja. Es impresionante notar tanto cariño cuando yo no me caracterizo por ser una persona especialmente afectuosa.

Sé que habrá tercer aniversario. No puedo parar de insistir que este blog y todo lo que le rodea, todo lo que he podido decir, todo lo que me he atrevido a exponer es de las mejores cosas que me han pasado. Eso si, siempre necesitaré unos ojos que me lean y unos dedos que me respondan.

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Raro

El pasado 28 de febrero no sólo fue el día de Andalucía. También fue el Día Mundial de las Enfermedades Raras. En realidad es el día 29 de febrero por eso de que es un día raro. Lo mío está dentro de este catálago con el código G61.8 y el nombre oficial de Polirradiculoneuritis inflamatoria desmielinizante crónica o CIDP.

Me hizo gracia que en todas las noticias que vi se insistía en dos temas: la exclusión social que producen estas enfermedades y lo malas que son los laboratorios y farmacéuticas por no investigar en enfermedades que no son rentables. Eran todo críticas abstractas que no ponían cara a ningún culpable. En ningún sitio escuché ninguna crítica a la Administración. En mayo de 2010, con este diagnóstico en firme, solicité a la Comunidad de Madrid el reconocimiento de discapacidad. Fuí a la revisión hace un mes. Ese mismo grado lo he solicitado en la Junta de Andalucía y me dijeron que tardaría de 10 a 14 meses. Esto en salir la resolución, que como no estés conforme y tengas que recurrir vas apañado. En agosto el Ministerio de Trabajo me envió una carta diciéndome que me daba el alta y he tenido que esperar unos meses para volver a iniciar los mismo trámites en Málaga. Hace ya cuatro semanas que me hicieron la revisión y aun no he obtenido respuesta. Por último, hemos solicitado ayudas a través de la Ley de Depencia que gestionan los ayuntamientos. Eso fue en octubre y no tengo ni idea de cuando me responderán algo.

Yo me pregunto, si tengo dos documentos, uno firmado por el Servicio de Enfermedades Autoinmunes del Carlos de Haya de Málaga y otro por el el Servicio de Neurología del Hospital La Paz con el diagnóstico descrito; si mi enfermedad está en ese catálogo de enfermedades raras, ¿por qué parece que tengo que demostrar que tengo algo malo? Es que el sistema es así. Es la forma de evitar fraudes, dirán algunos. Tal vez sea culpa de la cultura de la subvención y la paguita que el sistema ha tenido que crear un mecanismo de defensa burocrático. Pero es un sistema erroneo porque al que no tiene nada no le importa esperar y al que tiene algo le hacen pasar un calvario en el que parece que está intentando engañar al contribuyente.

Todo este tema lo estoy gestionando con un abogado y cada vez hablo con él acabo con la cabeza como un bombo. Básicamente porque no tengo el chip de me voy a hacer la víctima para intentar rascar lo máximo posible. El abogado, con toda su buena voluntad, busca recovecos que sabe que el sistema puede encontrar para denegarme cualquier cosa y yo, inocente de mi, me exaspero cosa mala.

Y ahí estamos, esperando a que alguna administración se manifieste.

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Adivinanza

¿Qué tienen en común estos dos señores, aparte de un más que evidente carisma y una mierda de salud?

 

Foto cortesía de Fotomaf

 

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Las series hablan de mi

En House siempre terminan hablando de enfermedades inmunológicas, prednisona y antivirales.

En Anatomía de Grey un personaje decía que se había quedado solo porque todo el mundo había huido de su enfermedad.

En el último capítulo de Community el protagonista no quiere aceptar que necesita de amigos y se hace el duro.

En Fringe, Olivia quiere saber más de lo que le conviene, le gustaría leer las mentes de los demás para conocer qué ha pasado.

Bonus track

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De la Iglesia y Ángeles

Nunca he tenido el placer de conocer personalmente a Alex de la Iglesia. Pero siempre me quedará mi profesor de la facultad Javier Ruiz San Miguel, íntimo amigo de Alex. Recuerdo esos días en la facultad, hace más de diez años, donde Javier nos contaba de forma apasionada mil historias sobre su amigo Alex. Nos contaba cómo habían creado el primer superhéroe vasco, la primera reunión de Alex de la Iglesia con Almodóvar a raiz de Acción Mutante, nos hablaba de proyectos que tenía entre manos, que si estaba muy preocupado porque su amigo estaba demasiado gordo. Hablaba de su amigo Alex con la sana intención, al menos así lo veo ahora, de motivarnos dentro de un entorno tan desesperanzador como el universitario.

Yo fui a ver Acción Mutante al cine, al Alameda Multicines de Sevilla concretamente. Por eso aunque no conozca personalmente a Alex de la Iglesia puedo decir que lo conozco. A través de su cine y a través de las numerosas anécdotas que nos narraba Javier. Y nunca se me olvidará una vez que lo vi en la FNAC de Madrid cargando con una pila de DVD’s y libros. Por ello puedo decir que siempre me ha parecido una persona admirable. Por su sentido del humor y de la honestidad. Por sus ganas de aprender y de ir más allá, algo que siempre ha demostrado con sus películas, a veces imperfectas pero nunca acomodaticias. Recuerdo haber leido Durango Perdido de Carlos Bardem y ver a un hombre lleno de pasión por la vida.

En mis años de facultad a quien si tuve oportunidad de conocer personalmente es a Ángeles González-Sinde. Fue durante un taller de guión que impartió dentro del Festival de Cine Español de Málaga. En una de las pausas del taller, no sé cómo, nos pusimos a hablar. Ella era una guionista que venía de escribir una serie de Arturo Fernández y que había dado el pelotazo con La buena estrella. Además acababa de estrenar Segunda piel. Estuvimos hablando del guión de esta última y me comentó diversas discrepancias que había tenido con el director de la misma. Durante el resto de la semana coincidimos varias veces por el festival, siempre me saludaba y comentábamos las películas que habíamos visto. Me pareció una mujer un tanto despistada, de estas que dices “vaya personaje curioso”. Algunos meses después la volví a ver en el Teatro Real en una ópera. Se acordaba de mi, nos saludamos y ya no la he vuelto a ver.

Con el tiempo me he ido desligando de su cine. Al principio le perdonaba su talante explicativo y retórico. Sus personajes solían hablar con grandes y contundentes frases que te dejaban claro lo que pensaban. Ángeles siempre te daba lecciones morales a través de sus diálogos. Todo lo contrario que Alex. Por eso no me sorprendió, aunque debo reconocer que esbocé una sonrisa, cuando la nombraron Ministra de Cultura. Creo que Ángeles es una mujer culta pero que no está en el mundo. Es culta porque ha recibido una buena educación y siempre ha estado rodeada de gente de la cultura. Alex también es culto, no olvidemos que es Licenciado en Filosofía, y también es curioso. Me alegré mucho cuando tomó las riendas de la Academia de Cine, sustituyendo precisamente a Ángeles.

Ángeles y Alex representan las dos caras del cine y la cultura española. El inmovilismo contra la adaptación. Y aunque ahora mismo parezca que no, el que se adapta es el que sobrevive y pasa a la historia. Tiempo al tiempo.

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Un buen día