Adiós a la oficina

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El pasado jueves se emitió el último capítulo de en titulado Goodbye, . Se va de la oficina porque se muda de ciudad, siguiendo a su mujer, en busca de un destino mejor. En el capítulo Michael hace una lista y se despide uno por uno de todos sus empleados. Eso si miente sobre la fecha de su partida porque quiere que esa despedida que hace sea la última. No quiere alargar más la despedida final pero al menos le dice a todos y cada uno de sus compañeros unas palabras de aprecio. Porque a pesar de los múltiples conflictos sucedidos durante siete años no dejan de ser sus . Y estos acogen con más o menos agrado esta despedida final, ya sea jugando, llorando o en silencio. Michael se siente triste porque a pesar de que sabe que hace lo correcto al cambiar de ciudad no puede dejar de sentir que echará de menos a toda esa con la que ha compartido tantas cosas. Al final no aparece en la fiesta de despedida que le han preparado sus compañeros.

Cuando yo me fui de no tuve la oportunidad de despedirme de prácticamente nadie de la oficina. De hecho no pude volver a la oficina. Se me sugirió que no apareciese por allí. Parece ser que un post que escribí hirió ciertas susceptibilidades y lo que me habría encontrado habría sido un ambiente hostil. En parte lo comprendo. Entiendo el malestar que mis palabras pudieron causar. Pero yo al menos me expresé y creo que con bastante claridad. Lo ú que recibí a cambio fue un reproche por la exposición en sociales (es conocida por todos mi nivel de influencia en estas redes donde soy un gurú de primer nivel) y el silencio más absoluto por parte del resto. Ni una llamada, ni un mail, ni un mensaje de parte de aquellos que, aparte de mis compañeros, consideraba mis amigos. Si es cierto que hubo un amago de despedida a última hora. Pero eso, un amago con desgana y sin mucho interés, nada real.

 

Me hubiera gustado despedirme. Ver algunas caras por última vez. Dar algunos abrazos y besos. Hablar ciertas cosas con calma, intentar entender qué había pasado. Pero no pudo ser. No pude decir adiós a la oficina. Pasado el sigo sin saber exactamente qué pasó para que todo un grupo de personas me diese la espalda al unísono de manera tan fulminante. O tal vez fui yo el que les di la espalda a ellos. He mantenido cierto contacto puntual, un par de mensajes en de no más de dos líneas, algunos mensajes indirectos. Pero no de la persona de la que yo esperaba más. Sólo he obtenido silencio en forma de un mail sin respuesta. Un mail escrito de forma totalmente respetuosa, amigable y sin ningún rencor. Un mail en el que sólo pedía el inicio de un diálogo para poder calmar conciencias. Porque considero que algo habré hecho mal y me gustaría saberlo. No es cuestión de víctimas ni verdugos, no hay malos ni buenos. Puede haber decisiones equivocadas, malas formas, errores de cálculo, pero nunca maldad. Sigo pensando en una buena persona que, por la razón que sea, no ha sabido o querido reaccionar.

 

Yo he hecho cosas mal y he hecho daño. Y he pedido disculpas reiteradamente. He asumido mis errores, están en mi conciencia y estoy intentando enmendarlos en la medida de mis posibilidades. No soy un ejemplo para nadie ni pretendo serlo, lo que nadie me va a impedir es que me exprese con . No sé cómo estarán las conciencias por ahí, me gustaría saberlo. Pero, lo más probable, es que nadie lea esto con interés. Lo más probable es que esto sea una pataleta más, que sólo me servirá a mi para desahogarme un poco. Incluso puede que haya algunos que se molesten con estas palabras, quizás poco acostumbrados a la sinceridad y más amigos de la frivolidad. Ya poco tengo que perder en ese .