Las mejores películas de la década: El viaje de Chihiro (2001)

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En 2001 el Festival de Berlín concedía, por primera vez en su , el Oso de Oro a una película de animación. Este hecho provocó que Hayao Miyazaki saliese del reducto de aficionados al anime y se abriese a un público más amplio, que aún así seguía siendo reducido. “El viaje de Chihiro” se podría entender como un “Alicia en el ís de la maravillas” convertido en feliz pesadilla.

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La odisea de la niña que ve a sus convertidos en cerdos, se torna en un viaje iniciático y de crecimiento, en el que la asunción de responsabilidades se convierte en el camino hacia la . Vemos en Chihiro a una niña exigente y testaruda, incluso desagradecida, y aprendemos con ella. Aprendemos a ser pacientes. Aprendemos el valor del esfuerzo. Aprendemos el valor de la responsabilidad. Aprendemos que para ser exigentes con los demás, primero tenemos que ser exigentes con nosotros mismos. Que la libertad conlleva una serie de responsabilidades que debemos asumir. Que la libertad tiene un precio que debemos pagar. Y que si ese precio no lo pagamos gustosamente, la libertad se puede convertir en nuestra peor cárcel. Y que nosotros solos no podemos. Necesitamos ayuda. Pero también tenemos que aprender a dejarnos ayudar. Quién confía en nosotros querrá lo mejor para nosotros, aunque al principio nos parezca lo contrario. Esa debe ser la base del apoyo mutuo, si no mejor dejarlo. Chihiro no se deja ayudar por Haku, pero éste, poco a poco, se va ganando su confianza, Chihiro se hace valiente y acepta el precio que debe pagar, enfrentándose a sus .

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La densidad conceptual aportada por Miyazaki viene apoyada por un despliegue visual sobrecogedor. Aún se me pone la piel de gallina recordando la primera visión de la película. Fue de esos momentos embriagadores donde los sentidos se veían abrumados y casi me da un Stendhal. También recuerdo la llamada de teléfono que hice, totalmente emocionado por lo que acababa de ver. Recuerdo no poder parar de hablar frenéticamente porque pocas veces se tienen esas sensaciones en un . Verte golpeado visual y sonoramente. Pero también mentalmente. “El viaje de Chihiro” me hizo sentir feliz. No todo en el cine debe ser pasarlo mal. La felicidad es posible. me la proporcionó de una forma que pocas veces he vuelto a sentir.