En tercera persona

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El viernes Paco fue con sus a comer al Maitetxu. Hacía mucho tiempo que no se reunía con todos ellos en un día laborable. Antes había estado en la oficina y se había tomado una cerveza con Richard. Estos homenajes crean unidad y les hacen sentir como una familia. Como toda familia que se precie cada uno asume su papel: no va a ser Paco el que asigne esos papeles, sería muy pretencioso por su parte, pero que cada uno se asigne el que mejor le convenga a sus personales, es decir, a su ego.

carnaza

Como siempre ha pasado en el Maitexu, lo que comenzó siendo un simple “vamos a comer”  derivó en un recital de carnaza y muchas patatas fritas. La conciencia de Enrique no paraba de dar la brasa y las dietas coparon la conversación buena parte del tiempo. Todo ello regado de buen vino. Paco llegó en la motaca de Sergio y al subir se dio un tirón en la cadera, que ya le duró todo el fin de semana. Belén disfruto más tarde de otro recorrido en mencionado bólido con el fin de recoger a , que, gustosamente, se unió a la fiesta.

gin tonic

La jornada continuó en la Maison Blanche. Gin tonics para todos, aunque algunos más azulados que otros. Martina les acompañó con un batido de chocolate y Andrés le cogió el gusto a hablar en tercera persona. La cosa se iba animando y, como se suele decir, estaban dispuestos a darlo todo. El alcohol, y los gin tonics en concreto, tienen ese efecto exaltador de , motor del júbilo y olvido de lo males. De ahí a casa de Enrique sólo le separaba otro viaje en moto y cuatro tramos de escaleras.

chaiselong

Ya en la morada de Enrique se vivieron varios momentos cuanto menos surrealistas: montaje de una cheslong de Ikea, black para follar seguido de una selección de música brasileña y, finalmente, una lista compartida que es como muy 2.0 (que para eso son ellos tan modernos). Después ocurrieron varias cosas que Paco no está autorizado a contar bajo directa de muerte. Sólo decir que llegó la hora de cenar y parecía que lo del Maitetxu no había pasado nunca, tal era el hambre. Paco y Richard revivieron varios momentos de décadas atrás a través de la selección musical y Sergio accedió a ser educado en el . Mientras, Martina miraba extrañada a Enrique.

karate kid

A las once llegó el momento de la retirada. La noche estaba a punto de acabar pero aún quedaban ocho tramos de escalera (cuatro de Enrique y otros cuatro de Paco) que terminaron de fundir las piernas y caderas del mencionado Paco. Al día siguiente, el cansancio y las agujetas eran patentes en la familia Casado: Belén vio Karate Kid, mientras Martina intentaba descifrar por qué se enfadaba el abuelito y Paco yacía en el sillón. Fue un día especial, donde todos se lo pasaron muy bien.